jueves, 23 de octubre de 2008

El sujeto Sexuado Deseante

Un Comentario por “La píldora: entre la mujer esclava y la mujer líquida”
El Sujeto Sexuado Deseante: una legalidad de sentido
Es una vivencia desalentadora la inercia que se encuentra en el imaginario social respecto a la habilitación de pensarnos, sujetos sexuados deseantes. Cuando el efecto metaforizante del lenguaje,falta, falta también el deseo y la consecuencia es que el sentido se licúa.La falta de movimiento y dialéctica de sus pensamientos e intereses caracteriza, en especularidad, tanto a la iglesia como al fallo de algunos jueces.Cuando falta una legalidad otra, que no responde exclusivamente a lo doctrinal del derecho romano y a la ortodoxia bíblica, el orden simbólico que brinda al ciudadano al cristiano, su condición de sujeto sexuado deseante, colapsa. La falta de preguntas, de cuestionamientos amputa la matriz necesaria para que se implanten transparencias y opacidades favorecedoras de la concepciòn de sentido, por distinciòn y contraste.Hay fallos que se caracterizan por una ambiciòn paradòjicamente deslimitada, atrapando omnipotentemente al ciudadano en una ley caprichosa despojada de su esencia simbòlica por lo tanto de su funciòn, de ley ordenadora. La ortodoxia desenfrenada actùa implementando un castigo tambièn irrestricto al negar la condiciòn sexual, con que la humanidad fue creada.Significar la sexualidad desde fallos, ostia, píldoras, degradando a la mujer a “su panza igual a un tambor” y excluyendo la presencia masculina al no ser nombrado, no es màs que un fraude discursivo. Si hay peso y lastre cultural, es el naufragio del placer sexual devaluado en los fetiches del consumo representado por el “homo económicus” u “homo consumuns”, dando casi por certeza una indiscriminación, por medio del prefijo “Homo”, respecto a que la dimensiòn sexual humana transcurrirìa por los canales de los recursos del tener. Considero este concepto un mal-estar, en y de, la cultura.Dejarse atravesar por la seducción y el encanto de una prohibición que haga surgir la legalidad del sentido, es abrir una posibilidad de salir de la locura imaginaria que confunde los movimientos del deseo al interpretarlos por medio de lógicas que no le pertenecen como son la lògica proposicional y la del sentido comun popular.Si liberamos la sexualidad de sus fijaciones arcaicas de, mera necesidad, y le reconocemos su legalidad en la dialéctica del deseo, quizàs recuperemos la matriz identificante e identificadora de la dimensiòn del ser, donde habita y se expresa el sujeto sexuado deseante.Gabriela Aguero de Galvez

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